2.47

La enorme pupila de la noche ahogó el pulso blanco de la luna. Había soñado entonces, como tantas otras veces, con aquellos destellos de silicio que parecían escurrirse desde la muñeca hasta los finos márgenes de los dedos. Nunca logré retenerlos. Aparecía siempre en la plenitud de mis esfuerzos aquella...